viernes, 28 de octubre de 2011

Ángeles somos, ángeles somos




Ángeles somos, ángeles somos, venimos a pedir colación y rogamos tu bendición”, “Ángeles somos, del cielo bajamos, pan queremos, ¿hay por quién rezar en la casa?”, distintos versos que los niños entonaban al tocar a las puertas de las casas. Los versos que se recitaban al visitar cada uno de los hogares varían de acuerdo con las costumbres del lugar, y muchas veces a las deformaciones propias de la transmisión a través de la tradición oral. Pero tenían en común dos elementos: las bendiciones y las golosinas o “colaciones".
Celebración con luminarias, comidas típicas, historias y fogones
Recuperar la tradición por la familia
El trabajo de recuperar la fiesta tradicional tiene distintos promotores. Por un lado, están quienes viven emociones a través de los relatos de los mayores, las que quieren que se conviertan en sus propios recuerdos y los de sus hijos. Por el otro, instituciones que tienen como “tarea” la recuperación y revalorización de las raíces tradicionales. Aún desde puntos de vista distintos, la idea es la misma: volver a poblar las ciudades de angelitos pidiendo golosinas a cambio de bendiciones.
Una fiesta tradicional que se conmemora el 1 de noviembre, fecha de la Solemnidad de Todos los Santos. Esta costumbre, que aún perdura en algunos pequeños pueblos del interior, consistía en que los niños se disfrazaran de angelitos, y recorrieran las casas intercambiando bendiciones por algún dulce. “Ángeles somos, del cielo venimos, trayendo regalos. Colación, colación, su bendición”; “Ángeles somos, ángeles somos, venimos a pedir colación y rogamos tu bendición”, “Ángeles somos, del cielo bajamos, pan queremos, ¿hay por quién rezar en la casa?”, distintos versos que los niños entonaban al tocar a las puertas de las casas. Los versos que se recitaban al visitar cada uno de los hogares varían de acuerdo con las costumbres del lugar, y muchas veces a las deformaciones propias de la transmisión a través de la tradición oral. Pero tenían en común dos elementos: las bendiciones y las golosinas o “colaciones”.
Dice también la tradición que algunas veces los bulliciosos chicos ofrecían serenatas de cánticos de distinto tipo, y que las primeras casas en ser visitadas eran aquellas en las que había fallecido un bebé o algún niño pequeño. La idea era que la presencia de angelitos podría recordar a la familia que el infante que había fallecido hoy formaba parte de las huestes de ángeles del cielo, ayudándolos así a mitigar su dolor.
Me contaron que después por las noches salían los “Ángeles Loros”, cantado y dando serenatas.
Ya pedían otras cosas, bebidas etc. Que era una sana costumbre donde todos conjuran en una hermosa.
Halloween, o cuando las brujas desplazan a los ángeles y santos.

*Esta en nosotros conservar nuestras costumbres y tradiciones*

jueves, 27 de octubre de 2011

Aventura americana de Vicente Blasco Ibáñez




Valencia (España) ni conoce la obra del escritor Vicente Blasco Ibáñez, pero cocina el guiso de arroz como nadie en Riachuelo siguiendo la tradición estrenada en esta localidad del litoral argentino por el genial novelista valenciano.
El guiso de arroz de Claudia, ganadora durante dos años consecutivos del concurso de cocina de Riachuelo (Corrientes, norte del país), es herencia de la típica paella valenciana, aunque sustituye el pescado y el marisco -inexistentes en la zona- por pollo, carne vacuna y una buena cantidad de cebolla, pimiento rojo, perejil, orégano y mandioca o, en su defecto, papas.
"Normalmente lo hago con arroz, pero es posible hacerlo también con fideos", explica esta cocinera de 35 años que se inició en la preparación del plato hace veinte años y que, sólo una vez, cocinó el arroz "a la española", dice, con marisco y pescado, aunque "no me acuerdo ni siquiera de los nombres de los bichos".
Enamorado de Argentina
La receta del guiso de arroz que tantas satisfacciones le ha dado a Claudia es fruto de la Aventura americana de Vicente Blasco Ibáñez (Valencia 1867), quien, cuando ya había alcanzado reconocimiento como escritor y periodista, quiso probar suerte en el Nuevo Mundo.
El autor de "Los cuatro jinetes del Apocalipsis" realizó en 1909 un primer viaje a Argentina en el que quedó absolutamente enamorado del país y fue nombrado miembro honorario de la Academia de Literatura.
De su experiencia resultó el libro "Argentina y sus grandezas", que tuvo tal repercusión que las autoridades le invitaron a instalarse en territorio argentino.
En agosto de 1910 emprendió su segundo viaje a Argentina y cerró la compra de terrenos en la provincia de Corrientes para iniciar su etapa como agricultor y colono.
Eligió tierras fértiles del litoral bañado por el río Paraná para desarrollar su "sueño americano", que comenzó con la creación de la colonia "Cervantes" (Río Negro), a la que poco después siguió la comunidad que bautizó como "Nueva Valencia", cuyo territorio forma parte de los que hoy se conoce como Riachuelo (unos 1.100 kilómetros al norte de Buenos Aires).
Se trata de un lugar con especial significación para la historia argentina porque fue escenario de una de las más importantes batallas de la guerra de la Triple Alianza (Brasil, Argentina y Uruguay) contra Paraguay.
Primera Guerra Mundial le sorprendió en Francia, donde murió en 1928. Entretanto, "Nueva Valencia" se convirtió en blanco de litigios por la posesión de las tierras y los emigrantes valencianos que acompañaron al novelista en su aventura se dispersaron poco a poco, unos para volver a su lugar de origen y otros para instalarse en la ciudad de Corrientes, la capital de la provincia.
Pero, pese al fracaso de su proyecto, un siglo después de la llegada de Blasco Ibáñez a "Nueva Valencia", la comunidad sigue fiel a su tradición arrocera y a su pasión por el guiso de arroz.
La antigua colonia valenciana del litoral argentino ha sido una de las escalas de la expedición fluvial Paraná R' Angá, que se desplaza lentamente por las aguas del río con destino a Asunción (Paraguay), con una tripulación integrada por científicos, artistas e intelectuales.
De ahí sale la costumbre de comer Paella a la Valencina en Corrientes (solo teníamos río)..Con los años es la que comemos en la actualidad ( con mariscos pollo..)
Por una gran inmigración de valencianos, tentados por “Nueva Valencia”.